Periódico del Gobierno

El siglo en el que vivimos está presto a terminar. En él nuestra patria ha logrado engrandecerse en gran medida, logrando nuestra plena unión e independencia de poderes extranjeros. Hemos pasado del dominio a la autonomía, de la opresión a la libertad, ya no hay un caudillo que nos someta ni nos atormente, por fin somos capaces de regir nuestros destinos. Ha sido pues, este siglo, uno muy fructífero para la nación rumana, probablemente el mejor de toda su historia. Vosotros lo habéis comprobado, como cada día que pasa nos reafirmamos en nuestra sagrada soberanía, la cual no nos podrá ser retirada de ninguna forma. Me llena de orgullo y satisfacción haber podido acompañaros durante todo este trayecto, que, pese a ser duro en ocasiones, ha sido muy bello y enriquecedor. Realmente me siento orgulloso de poder ser vuestro rey, pues no existe en la tierra un pueblo más próspero, leal y valiente que el rumano, que no duda en defender lo que le pertenece y hacerse oir por todos los medios que dispone a su alcance. Asimismo, espero poder serviros como os merecéis, por ello dirijo todos mis esfuerzos hacia este cometido, con la esperanza de devolveros a todos los rumanos la ayuda que prestáis a mi persona.

Por estos motivos, es mi propósito lograr que este siglo que pronto comenzará sea al menos tan fructífero como el que estamos acabando. En los próximos años, hemos de lograr que nuestro reino se erija en una potencia, tanto en nivel económico, como social, como militar. Nuestro objetivo va a ser claro y preciso: lograr obtener la gloria que por legítimo derecho nos pertenece, haciendo de nuestro pueblo uno respetado y poderoso. Para ello será preciso el esfuerzo de todos, porque a la larga todos saldremos beneficiados. Podremos ver a nuestros hijos vivir mucho mejor de lo que nosotros lo hemos logrado, podremos contemplar las grandezas del mundo desde una posición privilegiada. Entended que un futuro de grandeza y explendor se abre frente a nosotros de la mano de este siglo que entra, y no podemos desaproveharlo.

Por ello el gobierno del Reino trabajará duro, con el fin de materializar estas palabras en la más pura y palpable verdad. Ya estamos comenzando a colocar las piedras maestras del gran edificio de la patria rumana, y no vamos a descansar hasta contemplar nuestra obra terminada. Así es y así os lo comunico, a la nación rumana, la cual es la única señora de sus destinos. Alegráos rumanos, porque vuestra patria respira más libre que nunca, y será mucho más grande y gloriosa de lo que actualmente es.